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Volver a ser un niño

Resacosa todavía tras el concierto de Los Secretos, me cuesta despertarme de un profundo sueño que me ha transportado al pasado. Un inesperado paréntesis que me deja cargada de emociones y descargada de energía.

Decía Álvaro Urquijo, con voz desgarradora y con esa sonrisa de quien sabe que lo que te está diciendo te está taladrando el corazón, que "con la inocencia tan graciosa, que cambia el nombre de las cosas, con ese brillo que te vuelve un niño, llegaste como si tal cosa. Después del tiempo que he perdido en aventuras sin sentido, me siento solo y a la vez perdido, sólo porque me has sonreído y pido volver a ser un niño..."

Y así, como por arte de magia, como el que sopla una velas y pide un deseo, recupero la juventud. Y me despojo de la madurez para recuperar esa cándida inocencia que te permite exprimir la vida al máximo. Y me libero del miedo para recuperar el arrojo propio de unos años demasiado tempranos para haber sufrido los golpes de la edad adulta. Y, así, resucita el alma e irradia alegría.

Y vuelvo a reír a carcajadas, a bailar hasta que sale el sol, a bañarme sin ropa en el mar de madrugada mientras tirito, a mirar el cielo estrellado en el mismo momento en que pasa una estrella fugaz, a coger olas, a
despertarme para ver amanecer, a sentir el placer de pisar la arena virgen y notar el frío en los pies. Y vuelvo a sentirme viva y se me vuelve a acelerar el corazón.

Y entonces, embriagada por estas sensaciones ya olvidadas, abro mi alma de niña y te desvelo secretos atrapados muy adentro y te enseño las heridas aún abiertas, con la estúpida esperanza de que, al volver a mi mundo presente, éstas ya ni siquiera existan...

Y cuando ya empezaba a creerme que el sueño era real, cuando ya me estaba viendo navegando de nuevo por los mares de la juventud, las luces se apagan y se cierra el telón. Se agotaron los bises.



Y resuenan en mi cabeza las palabras de Álvaro: "pero ¿cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario?"
Fin del concierto. Despierto del sueño. Regreso a la calle del olvido. A mi bulevar de los sueños rotos.
Y no puedo sino "recordar lo que fue y lo que pudo haber sido".
Porque, ya lo decía Enrique, "la nostalgia y la tristeza suelen coincidir. Y si ahora estoy así es porque hoy la vi."

Y no sé muy bien cómo ponerle el punto final a este regreso al pasado.
No sé si procede un "te he echado de menos hoy, exactamente igual que ayer", un "¡vete ya de mi vida! ¡Déjame en paz! Tus ojos de perdida no me dejan soñar" o simplemente un "he muerto y he resucitado y hoy he soñado en otra vida, en otro mundo, pero a tu lado..."

Quizás lo prudente sea volver a cerrar los ojos y esperar que el espectáculo continúe para retroceder de nuevo 40 años, los mismos años que llevan Los Secretos regalándonos canciones que dan sentido a nuestras vidas, y volver a ser un niño...


2 comentarios:

  1. Hermoso texto. He sentido lo mismo cada vez que regreso de un concierto de Los Secretos. Me transporto aa un pasado en el que sus canciones estuvieron presentes. Gracias por tus palabras

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    1. Muchas gracias a ti por tu comentario, Manuela. Los Secretos son increíbles. Un abrazo.

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