¡Bienvenid@!

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Engánchate a ti

Anoche vi la entrevista de Risto Mejide a Pedro García Aguado en Viajando con Chester y me dejó tocada. Sin embargo, lo que más me impresionó fue ver algunos de los mensajes que se colgaron después en las redes sociales. La gran mayoría eran mensajes de apoyo y felicitaciones a Pedro pero se colaban algunos como éste:

Mira que me propuse no tratar nunca el tema de las adicciones en mi blog, pues es demasiado serio y me parece muy peliagudo meterme en este fango. Pero al ver reacciones como éstas, justo después de oír el testimonio desgarrador de una persona que ha sufrido las nefastas consecuencias de las drogas en sus propias carnes y que afirma que "se jodió la vida", entiendo que hay algo que no funciona en nuestra sociedad. ¿Cómo es posible que no seamos capaces de hacer que la gente joven sea consciente del horror que supone el consumo de drogas? ¿Qué falla en este sistema para que niños de 12 años se vayan de botellón todos los fines de semana y acaben con comas etílicos? ¿Qué les falta?

Pedro hablaba de su caso concreto, el de una familia desestabilizada cuyos padres divorciados no supieron gestionar bien la situación. Broncas y reproches cruzados rompieron el equilibrio familiar y él canalizó su ira en los bares. Pero todos conocemos casos distintos a éste, aunque con idéntico resultado.

¿En qué nos estamos equivocando? ¿Qué hacemos mal para que, tal y como leí este fin de semana en la prensa, este verano se hayan incrementado las detecciones de consumo de sustancias estupefacientes en más de un 50% en los controles realizados a los conductores? Entiendo que la base está en generar a los hijos confianza en sí mismos desde pequeños, en que se quieran tal y como son y que sepan que tú les quieres así, en que exista una comunicación fluida y en que se les dote de referentes sólidos. Pero cada vez más pienso que, al margen de todo esto, es fundamental que sean capaces de entender lo que de verdad implica consumir drogas.

Por desgracia, las drogas (legales e ilegales) están demasiado integradas en sus vidas y directamente asociadas con el ocio y la diversión y no siempre son capaces de detectar el peligro que suponen. Y las drogas no son un juego y no pueden vincularse con pasarlo bien. Porque cogerse un pedo cada finde puede conducirte a un callejón sin salida. Porque fumarse un porro puede ser sólo el principio. Porque meterse una raya una noche loca puede ser tu billete al infierno.

Y yo me planteo qué se podría hacer para concienciar a los jóvenes. Están hartos de oír los NO A LAS DROGAS pero es obvio que el mensaje no les llega. Es como si no fuera con ellos. Porque, en palabras del propio Pedro, "os creéis los putos amos".

Quizás mostrarles situaciones reales que les impacten, como hace la DGT, les ayudaría a entender lo que implica adentrarse en el mundo de las drogas. Un mundo en el que uno entra sin darse cuenta y que escapa a tu control. Porque la droga puede contigo.

Tampoco estaría mal que los chavales acudieran a un centro de drogodependencia para ver lo que se cuece allí y para que entiendan que los que están ingresados son gente como ellos. Ni más ni menos. Un par de terapias para escuchar lo que los internos cuentan tampoco les vendría mal. Terapias en las que las frases de Pedro "Me fui de casa porque mi mujer no me dejaba consumir cocaína", "Casi no llego al bautizo de mi hija", "Los mejores momentos de mi vida me los cargué con esto" y "¡Hostia! Yo quiero tirar el tiempo atrás y vivirlo de forma natural" se repiten continuamente.



No sé si sería mucho pedir que se proyectaran vídeos de entrevistas como éstas en las aulas o que incluso acudieran a los colegios e institutos chicas y chicos en tratamiento de rehabilitación para compartir sus experiencias, sin tapujos ni paños calientes.

Pero mucho me temo que uno no comprende la magnitud del problema hasta que te toca de cerca, demasiado de cerca. 
Perder a un amigo o a un hermano en un accidente de madrugada porque iba colocado hasta las trancas, quedarse tocado por una pastilla adulterada en una rave, cambiar a tu familia por unas copas a solas cada noche, tirar por la borda tu carrera profesional por unos gramos de coca diarios que necesitas como el respirar o quedarte en silla de ruedas por subirte de paquete en una moto con un tío puesto de speed ayuda a abrir los ojos. Pero el precio es muy caro...
Y, aunque un tratamiento en condiciones ronde los 6.000 euros al mes, no es eso lo que te va a costar más caro.

No esperes a vivirlo tan de cerca para tenerlo claro. Es más fácil verlo claro ahora que estás lúcido.
Sé más guay que los que se creen tan guays. Engánchate al balón, a la raqueta o a la naturaleza. Di no a las drogas y sí a la vida. Engánchate a los besos y a las emociones en estado puro. Engánchate a ti mismo. Engánchate a los tuyos. Porque "esta enfermedad es muy bestia y no puedes bajar la guardia".

Sonrisas que curan

Me llegan mensajes vuestros en los que me decís que las últimas entradas os han emocionado y os han arrancado alguna lágrima. Me decís también que aun así os llega el mensaje positivo que hay detrás de cada post.
Una lectora me comentaba que leer mi blog le ha empujado a replantearse las cosas y que ahora trata de ver la vida del color que a ella le gusta que sea.
¡Madre mía! Podría cerrar ya este blog con la satisfacción de que ha servido para algo.
Sin embargo, siento que todavía quiero compartir algunas cosas con quien esté dispuesto a seguir conmigo.

Después de un par de entradas con mucha carga emocional, y desde la perspectiva que me da el haber cumplido un año más, quizás proceda publicar algo más light.
Coincide además con que el verano toca a su fin y los ánimos están más decaídos. Parece que cuesta horrores madrugar y afrontar esta vuelta al cole lejos de la hamaca y la sombrilla. Y es que, ciertamente, cambiar el traje de baño por la corbata no mola nada.

Ojalá existiera una pócima mágica para eliminar de un plumazo el síndrome postvacacional. Pero mucho me temo que no es posible.
No obstante, tengo un pequeño y sencillo truquito que funciona en cualquier época del año y que sin duda os hará la vida más agradable a vosotros y a los que tengáis cerquita.

Es un método fácil, rápido y barato. No necesita preparación previa, formación, inversión, maletas, reservas ni vacunas contra enfermedades tropicales. 
Esta fórmula magistral consiste "simplemente" en SONREÍR.


He comprobado que cuando afrontas el día con una sonrisa en la cara haces que tu vida se torne más alegre. Es como si al sonreír enviaras una señal a tu organismo que desencadenara un efecto positivo e hiciera que todo fuera sobre ruedas. Tu propia sonrisa provoca que te sientas mejor. De hecho, según un spot publicitario de una compañía de seguros, sonreír produce endorfinas, por lo que hay algo de científico en todo esto.

Haz la prueba. Sonríe y comprueba cómo notas que la alegría te invade por dentro. Borra ahora esa sonrisa y cámbiala por un semblante triste. ¿Notas cómo te pesa el cuerpo?
Dicen que la cara es el espejo del alma pero ¿por qué no podría ser el alma el espejo de la cara?

Sonriendo consigues además contagiar ese buen rollo tuyo a todos los que te rodean. Cruzarse con alguien que te regala una sonrisa no tiene precio. Sé generoso. Regálate un cachito de felicidad cada día y regálasela a los demás.
La alegría y las buenas vibraciones se pueden compartir con tan sólo un pequeño gesto y un poco de amabilidad. ¿Qué tal un "buenos días" con una amplia sonrisa a todo el que te cruzas de camino al curro? ¿Cómo crees que le sentaría al barrendero de tu calle un "Have a nice day!" según sales del portal? ¿Tanto te cuesta un "¿Qué tal ha ido el día?" al taxista que te lleva de vuelta a casa? En realidad, no estás haciendo nada extraordinario. No te supone ningún esfuerzo ni un desgaste físico pero te aseguro que funciona. Y quizás mañana estas personas te sorprenderán recibiéndote a ti con una sonrisa. Y, en determinados momentos, una sonrisa es la mejor medicina.


Sonríe aunque algo te preocupe o te duela. Verás cómo la preocupación o el dolor disminuye. Porque una sonrisa en tu rostro no significa la ausencia de problemas, sino la habilidad de ser feliz por encima de ellos.

Anímate e inicia la cadena del buen rollo y pásale el testigo a todos los que tengan la suerte de cruzarse en tu camino hoy. Levántate con buen ánimo y busca al menos un propósito que te ilusione y que te haga encarar el día con ganas y energía. Métete un buen zumo revitalizante, píntate la mejor sonrisa y sal a la calle a comerte el mundo. Siente el poder de la sonrisa para cambiar el universo.

Y si además acompañas esa sonrisa con un andar gracioso, serás la viva estampa de la felicidad. Párate un segundo a pensar cómo andas y verás que no transmites lo mismo cuando arrastras los pies que cuando caminas con ligereza y elegancia. Por la forma de andar conocerás a la gente pero también te conocerás a ti mismo. Camina con alegría y estarás alegre. Ve por la vida sonriendo y la vida te sonreirá.

Te fascinará el efecto que provoca esta actitud en la gente, que irá percibiendo esas buenas sensaciones y la alegría se irá propagando. Sé la cepa de la nueva pandemia. Contagia el buenrollismo y transforma el mundo en sonrisa.
Piensa con cuántas personas te cruzas a lo largo del día, que a su vez se cruzan con otras tantas. ¿Cuántas sonrisas supone eso?
Convirtamos el mundo en un mundo mejor con un millón de sonrisas más al día. Smile and... have a nice day!



¡¡Gracias!!

Hoy cumplo 40 años. ¡¡40 años!! Con un poco de suerte, estoy en el ecuador de mi vida así que resulta inevitable echar la vista atrás y hacer balance de mi primera media vida.

4 décadas cargadas de vivencias y de recuerdos que tan pronto me hacen sonreír como me encogen el corazón.

Pero me encanta el punto en el que me encuentro ahora. Reconozco que no es, ni de lejos, la vida con la que soñaba de pequeña. No se parece en nada al cuento de princesas y príncipes que tanto le gustaba a esa niña romántica y soñadora que yo era, que se dejaba el pelo largo por si algún día algún joven apuesto necesitaba la trenza para escalar a su balcón.
Hace tiempo que ya no creo que en los príncipes. Yo soy más de Infantes... ;-)

Sin embargo, me siento muy afortunada y afronto mi otra media vida con la mochila llena de ilusión, proyectos importantes y mucha energía. En mi bola de cristal veo el fruto de la cosecha de mi primera media vida: felicidad, paz y grandes momentos compartidos.

Y mientras analizo los años pasados, desfilan por mi mente todas aquellas personas que me han acompañado en este primer viaje y que, para bien o para mal, han marcado una etapa en mi vida.
A todos ellos quisiera agradecerles su paso por ella porque yo no sería yo sin ellos.

Gracias especiales y desde lo más profundo de mi corazón a mi familia. A todos los que la componen. Porque la familia no se escoge, te toca de serie. Pero si hubiera tenido que elegirla, sin duda, me quedaría con la mía. 

Gracias por encima de todo a mis padres. Por vuestra dedicación incansable e incondicional. Por estar ahí siempre, a las duras y a las maduras; permanentemente en la retaguardia para cuando hacéis falta. Gracias por hacerme sentir que puedo contar con vosotros. Gracias por vuestra generosidad desmedida, por vuestra fe ciega en nosotros y por cuidarnos tanto. Gracias por hacer las cosas difíciles tan fáciles y por vuestro ejemplo. No hubiera podido tener mejores padres ni mejores abuelos para mis hijos. Gracias por ser los pilares de nuestras vidas.

Gracias también a mis hermanos & Co. Teneros cerca allana mucho el camino. Gracias por lo que significáis para los niños. La figura de los padrinos se queda corta con vosotros.

Y gracias a todo el resto de la familia. Es una suerte teneros y compartir esos momentazos con vosotros. A todos: abuelos, tíos, tíos abuelos que son como abuelos, primos hermanos que son como hermanos, primos segundos que son como primos hermanos y primos terceros que son como primos segundos... A todos, ¡gracias!

Gracias a mis amigos.
A los que estáis conmigo desde pequeña, desde que soñaba con príncipes azules y fornidos marineros que vendrían a rescatarme. 

Gracias, colegui, por embarcarte conmigo en esta regata de la vida. Gracias por tantas y tantas horas de risas, por esos momentos de felicidad absoluta, en el agua y en tierra. Gracias por seguir todavía a mi lado recordándome que no hay que tenerle miedo a la vida y que ahora toca disfrutar, sin temer al futuro.

Gracias a mi enfermera particular por prescribirme protección para mi corazón y por vacunarme contra los virus de la maldad y el desamor.

Gracias por esos paseos de juventud por la playa, esas partidas de billar en la buhardilla a 40ºC y esas conversaciones eternas sobre lo humano y lo divino. Gracias por tu apoyo incondicional en momentos clave de mi vida que no olvidaré jamás y gracias por hacerme madrina de esa preciosidad. Gracias por formar parte de mi familia.

Gracias a los que llegasteis después. A los que me acompañasteis en la aventura del descubrimiento de la vida por Madrid, Inglaterra y mil sitios más. Gracias por abrirme el horizonte y enseñarme a soltarme la melena.

Gracias muy especiales a la persona que más he querido en mi vida. Gracias por poner mi mundo patas para arriba y hacerme sentir la persona más feliz del Planeta. Gracias por hacerme creer, por un instante, que eras mi príncipe azul. Gracias por esos años de felicidad inconmesurable, que bien merecieron la pena. Gracias por ese cachito de vida tan maravillosa que siempre permanecerá en mi retina. Gracias por esos dos regalos extraordinarios y gracias por seguir luchando en esa guerra que te ha tocado luchar. Sabía que la ibas a ganar. No tires la toalla nunca.

Gracias a tanta gente que ayudó a que mi etapa en Madrid fuera un pequeño fragmento de ese cuento de hadas. Habéis conseguido que mi corazón se sienta madrileño. Gracias por esos cafés en Icade, esas copas por Malasaña y esas fiestas en Arturo Soria. Gracias por esas gélidas tardes en Pozuelo y esas largas conversaciones en la urba. Gracias por esas Coronitas en el Marga al son de los Hombres G. Gracias por esos tés reconstituyentes en los despachos de la UAX, con una nube de risas y llantos a partes iguales. Gracias por estar siempre ahí, chicas. Gracias por esos abrazos que me dais que me recargan las pilas y por vuestros sabios consejos. Gracias por ser la jefa más guay y las mejores compañeras de trabajo del mundo. Gracias de corazón por hacer que la distancia Madrid/Alicante sea siempre tan corta.

Gracias a todos los que me ayudasteis a embalar toda una vida en Madrid, con patadas a las cajas de la mudanza incluidas, entre sonrisas y lágrimas, y por no permitir que se me cayera el mundo a los pies.

Gracias a todos los que entrasteis en mi vida a mi regreso y me conocisteis con el alma herida de muerte. Gracias por recomponerla y empujarme a seguir. 

Gracias por traer la alegría a mi nueva urba, con ese optimismo y esa eterna sonrisa, sister. Gracias por adivinar siempre cuándo te necesito y por ponerle los puntos sobre las íes a mi vida. ¡¡Te he echado mucho de menos este verano!!

Gracias a mi letrada favorita. Gracias por ese "Eli, ¿cómo te encuentras" y por ese "No pasa nada. Cuenta con nosotros". Y por regalarle a mi hijo a su mejor amigo.

Gracias por responder al mensaje de mi botella y salvarme del naufragio. Gracias por tu comprensión infinita, por tanto amor y por cuidarme tantísimo. Gracias por acompañarme en los momentos en los que la tormenta arreciaba con más fuerza y ayudarme a borrar de mi vida tantos y tantos temores. Gracias por hacerme sentir persona y por quitarme el miedo a seguir navegando y por hacerme ver que los barcos no siempre se hunden. Gracias por brindarme la oportunidad de volver a vivir.

Gracias también a los que estuvisteis en algún momento en mi vida y salisteis de ella. En este caso, gracias especialmente por marcharos. Hago memoria y afortunadamente veo que solo sois dos.
Gracias por la lección de vida que me disteis. El precio fue muy caro pero gracias a vosotros camino por la vida con los ojos bien abiertos y los pies en la Tierra. Gracias por confirmarme que los príncipes azules no existen, por mucho que se disfracen de caballeros con borlas, y por enseñarme que la ambición, el egoísmo y la cobardía pueden con una amistad de 30 años. Bueno es saberlo.

Gracias a los que estuvisteis y volvéis a estar. Gracias por regresar a mi vida para encender la chispa de nuevo y reavivar las ganas de continuar la travesía pillando olas y sonriendo. Gracias por recordarme el significado de Carpe Diem y transformar 40 años en 40 rugientes. No te vuelvas a ir tan lejos. Quédate cerquita.

Y me guardo las últimas gracias para la razón de mi vida. Gracias a mis dos ángeles de la guarda que activan cada día los engranajes de mi maquinaria.
Gracias por esas sonrisas y esos ojos que iluminan mi vida.
Gracias por cuidarme tanto y por darle todo el sentido a la palabra AMOR.

A todos y cada uno de vosotros: GRACIAS y ojalá sigáis acompañándome 40 años más.